Este domingo, el 27 de marzo de 2016, mi hija Eva-Marie hubiera cumplido 46 años. Ya han pasado 15 años desde que Dios la llevó a su gloria. El recuerdo de su vida no se borra; la echo de menos más cada día. Mi hijita nació un Viernes Santo, lo cual siempre ha tenido un gran significado para mí. Este año la fecha de su nacimiento cae el Domingo de Resurrección. Para honrar su memoria y dar gloria a Dios por haberme regalado 31 años con mi princesa, publico en La Perlita un breve testimonio de su vida.
Mi niña amaba al Señor Jesús. Desde pequeñita estuvo con nosotros en la obra. Tocaba la pandereta para dirigir los cantos; testificaba en los cultos cuando hacíamos gira misionera; estaba pendiente a mi lado cuando yo trabajaba en la oficina preparando materiales de enseñanza; tenía la gran pasión de ser misionera.
UNA NIÑA ESCOGIDA
Hay muchas cosas en la vida que no comprendemos; pero Dios es soberano y tenemos que aceptar las cosas que nos pasan y cumplir la vocación a la que hemos sido llamados. Antes de la concepción de Evita, mi esposo y yo pedimos a Dios que la criatura que nos diera sea una sierva escogida para su gloria. ¡Sí, queríamos que sea mujer!
Cuando Evita aún estaba en mi vientre, un pastor, que no sabía nada de la oración que habíamos hecho, profetizó que la criatura que yo llevaba dentro de mí era un instrumento escogido, tal como lo habíamos pedido. El hecho de que naciera con una enfermedad crónica era difícil de comprender.
Estábamos de visita en nuestra patria, Suecia, cuando Evita fue diagnosticada con fibrosis quística. Los médicos nos recomendaron que no volviéramos al Perú, porque allá no se conocía mucho acerca de esta enfermedad, que es más propia de la raza blanca. Pero mi esposo y yo no podíamos desobedecer nuestro llamado. En aquella época no había tan buenos tratamientos como ahora, y nos dijeron que máximo viviría hasta los doce años. «Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios», fue el mensaje que Dios puso en mi corazón. Muchas veces fue mi consuelo.
En su adolescencia Evita recibió un llamado de Dios para ser misionera. Ella deseaba con todo su corazón servir al Señor. A los 17 años de edad estábamos de visita en Suecia. Un predicador del Ejército de Salvación, grandemente usado por Dios, oró por ella. Dios hizo una obra de sanidad en su vida.
Ahora viene la parte más dura, que quiero contarles porque puede haber alguien que tenga una experiencia similar. Se ha visto algunas veces cuando ha habido una sanidad milagrosa, por ejemplo de alguien en silla de ruedas, que la persona sanada después ha vuelto a su silla, porque era una vida cómoda con muchas atenciones.
TEMOR DE RECIBIR UN MILAGRO
Mi Evita tenía miedo de ser sanada. Para ella la fibrosis quística era su identidad. Ella pensaba que si era sanada ya nadie la iba a querer. No era lógico su razonamiento. Después de la sanidad obtenida, ella volvió a la cama, a su vida acostumbrada. Desde ese día, durante 14 años, no dejé de orar y clamar por su sanidad; pero ella se resistía. Dios no impone su voluntad; no obstante, aun en medio de nuestra rebeldía, es misericordioso. En esos años hizo muchos milagros para ayudarnos en nuestra situación difícil.
Evita nunca llegó a cumplir a cabalidad su llamado. Dios la usó como misionera a los médicos, las enfermeras y los terapeutas que la trataron. Cuando la enfermedad ya consumió todo su cuerpo, Dios la llevó a su gloria. Ahora está sana y feliz. Pero el temor a no ser amada la tuvo prisionera y no cumplió el propósito que Dios tuvo para su vida.
Quisiera animar a cualquiera que lea estas líneas, a que no se deje dominar por el temor. Dios es poderoso, es nuestro TODOPODEROSO DIOS. Y Dios es amor. Aunque mi hijita, por temor al rechazo, no aceptó la sanidad que Dios le ofreció, el Señor no la abandonó. En los últimos años de su vida tuvo una linda relación con Dios; pero me duele pensar en que su vida pudiera haber sido tanto más útil si en fe se hubiera entregado de lleno a la voluntad de Dios.
INSTRUYE AL NIÑO EN SU CAMINO
Este es mi testimonio de Semana Santa. Me hace falta mi hija; pero me gozo por la certeza de que está con Dios y ya no sufre. Un día nos reuniremos todos en la gloriosa presencia de Dios. En la primera prédica de Evita, a los 10 años de edad, ella habló de la esposa de Cristo, y de que Jesús pronto vendrá a llevarnos a su gloria. Exhortó a los presentes a entregar su vida al Señor. Tengo esa «prédica» escrita por su puño y letra. ¡Qué lindo recuerdo!
He escogido como versículo clave Proverbios 22:6, para enfatizar la importancia de la enseñanza a los niños, especialmente que los padres críen a sus hijos en el temor de Dios.
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317 La maestra EvaMarie
Póster: 317 Poster Prov 22_6
Actividad: 317 Instruccion
Respuesta:
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